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Amor

Triángulo Amoroso  

  Ernest Hemingway, Elizabeth Hadley, Pauline Pfeiffer

Una vida poética y la historia de tres amores. Hemingway


Un
Ernest, Hadley y Jack Bumby Hemingway. Schruns, Austria.
Ernest, Hadley y Jack Bumby Hemingway. Schruns, Austria.
triángulo amoroso. "Así que estás enamorado otra vez. Bien, es la única maldita cosa que merece la pena. No importa de quién. Lo seguro es que merece la pena mientras sucede". Ese fragmento que escribiera Ernest Hemingway a un amigo, ha permitido construir parte de la visión que tenía acerca del amor. Recapitulemos, “No importa de quién”, le dice el escritor. En realidad al manifestar aquello, le dice algo del mundo, le da una configuración erótica a lo indefinido, le expresa una libertad de individuo hacia otro individuo. Al igual que Cervantes y Shakespeare, rompe el distintivo enlace genérico. El “No importa de quién”, también hace algo en el mundo. Plasma la acción de algo o de una cosa hacia otra cosa, ya sea definida por el sexo, pero indefinido por la acción de la voluntad de una persona. Es decir, la acción de enamorarse es lo definido, y la ejecución de esa acción es lo indefinido, o sea, una persona ama a alguien (definido), pero al objeto que en realidad es el sujeto (indefinido). Podríamos explicar en palabras de William Shakespeare, que dice: “Permítaseme que no admita el impedimento del el enlace de dos almas fieles…”. Ernest Hemingway puede estarle diciendo al amigo que no importa de quién se ha enamorado, no interesa que ese amor sea de hombre a hombre, o de mujer a mujer, de ahí viene el “enlace de almas fieles”. El género sólo es un nombre, porque la persona ha trascendido del mundo de los mortales para uno más elevado, un orbe que tiene existencia en la visión individual de cada persona. Sigamos. Ya está claro que Ernest Hemingway, ese hombre pescador, cazador, boxeador y reportero de guerra es un alma que deambula en un mundo prohibido, donde los caminos le han conducido a derroteros mundanos que para él, fueron insignificantes, tal vez de ahí su necesidad de alcanzar una muerte poética que sólo las almas libres entienden.
Ernest Hemingway y Pauline Pfeiffer, París. 1927.
Ernest Hemingway y Pauline Pfeiffer, París. 1927.
¿Se puede calcular el tiempo? ¿Cuánto tiempo tiene el tiempo? ¿Qué es el tiempo? Sólo se puede responder a una interrogante, y es la tercera. El tiempo es una categoría filosófica. Así de simple. Y la vida de Ernest Hemingwayes una ponencia filosófica, donde expone y confiesa algo del mundo, pero también hace algo en el mundo. Sus constantes relaciones con distintas mujeres, le han calificado como un mujeriego, pero su forma de actuar con ellas, le hace un misógino. Ama a la mujer, pero al mismo tiempo, la detesta. La ve a ella como un contrincante en su vida. Pero para él es sumamente sensual una mujer. Sólo como ejemplo, para el poeta maldito Charles Baudelaire, la parte más sensual en una mujer es la rodilla, porque se asemeja a la de un hombre. Hemingway amaba a la mujer porque en el fondo de su inconsciencia, él como hombre tenía su lado femenino en busca de explorar nuevos discursos y olores del mundo. En su obra The Garden, David gustaba de las diabluras que hacía con Catherine, por ejemplo: "Él se tendía y disfrutaba… la mano de Catherine lo sujetaba y buscaba por abajo y él ayudaba con sus manos y luego se daba la vuelta y… sentía el peso y la extrañeza dentro de él mientras ella decía: “Ahora no puedes decir quién es quién, ¿verdad?". Pareciera algo perverso, tal vez para muchas personas sí lo sea, incluso, puede ser también grotesco. Sin embargo en nuestro mosaico intercultural existen muchas realidades, y bien, el sexo es el discurso hegemónico por excelencia entre las personas, naciones e imperios. La locura y la sexualidad son los únicos caminos para conocer la naturaleza humana ¿Pero la sociedad qué le ha hecho a la locura? Pues la ha encerrado ¿Y qué le ha hecho a la sexualidad? Pues le ha puesto tabúes. Hemingway en cierta manera, despierta esos caminos de libertad a la locura y a la sexualidad. Lo hace en silencio, por medio de códigos y signos lingüísticos que decodifican una estructura de pensamiento. Ahora bien, Ernest Hemingway mantiene una relación sentimental con dos mujeres (son más, pero dos la que le marcaron), de quienes le fue difícil separarse. En 1925 conoce a Pauline Pfeiffer, esa fecha le cambió la vida para siempre. Tal vez le atrajo ese flequillo oscuro similar al de un chico. Para él, como escritor, necesitaba de flujos de creación, o bien, de momentos creativos para hacer las cosas. Cuando retornó de Nueva York, se acostó con Pauline, pero tuvo un remordimiento que provocó que regresara con Hadley, su esposa. Esa experiencia sexual hizo que brotara su juicio creativo que le había sacudido su “mortal felicidad”, cuestión que le permitió acabar su obra literaria Fiesta.
Pauline Pfeiffer y Ernest Hemingway
Pauline Pfeiffer y Ernest Hemingway
Para Hemingway el género es una cuestión de [re]formulación individual de cada persona. Aunque no se sabe con exactitud, pero al parecer el escritor estadounidense en vez de contar con una musa que le motivara a escribir, él concebía a un muso, quien fuera el verdadero responsable de su motivación narrativa. Podría decirse un tercer sexo; una imagen andrógina en la que estaba la fuente de su verdadero placer y felicidad mortal. Por lo menos, David, el personaje de su obra aparece como una bestia (varón) en busca de la conquista de la bestia interna (mujer), que en otras palabras también es el sueño de Hemingway. A ello, viene lo siguiente: "El hombre hace de la mujer un mito, y del hombre una mujer", según el Tratado de Perversiones de Francisco Umbral. Tal vez, por esa situación decide trasladarse a Francia, o bien, el destino le esperaba que en Francia pudiera de forma “abierta”, entregarse a esos sus placeres clandestinos. Juegos inconscientes que le han permitido tener conciencia de su atormentada realidad. La frase de Francisco Umbral se la puede relacionar con un fragmento de su vida, y se ve en el hermanamiento que funciona como una “especie de metáfora”. “Un chico y una chica, aunque vestidos con la misma ropa y luciendo el mismo corte de pelo, no pueden ser gemelos idénticos. La madre de Ernest creó un alter ego para él, uno que absorbió para sí los castigos de la vida”. Ese hecho le produjo una casi nula empatía por la vida y de su entorno, es como un castigo que se hareflejado más en la obra del escritor, que en su vida personal.
Hemingway en Pamplona
Pamplona, España, verano 1926. Gerald Murphy, Sara Murphy, Pauline Pfeiffer, Ernest Hemingway y Hadley Hemingway.
En su obra The Garden, el autor plasma una visión de muchas frustraciones y traumas de la infancia. Un Edipo inconsciente hacia su madre que se desarrolla en un infierno por los recuerdos de su infancia narcisista entre gemelos, además de la “síntesis de lo masculino y lo femenino que hace posible que se produzca la creación”. Se debe recordar que Ernest Hemingway, escribía mejor cuando estaba con mujeres. Para Pauline, era necesario que Ernest tuviera una confesión católica. The Garden es una novela, pero muchos críticos sostienen que también es una confesión: “de su interpretación en la cama de un papel pasivo y femenino, de su fetichismo y de sus fantasías incestuosas”.
Ernest Hemingway en la primavera de 1926, estuvo a punto de hacer un trío con Hadley y Pauline, ambas se asoleaban desnudas; y los tres desayunaban juntos en la cama. Curiosamente David, también tiene una escena similar. Sucede que David, la encuentra a Marita en la cama con Catherine. “Esta le asegura que Marita le es fiel y que lo que pretende es que se una a ellas en la cama, "para que así te podamos ser fieles". David, al que ella califica como puritano, no acepta.
De esa forma, el autor nos dice algo y hace algo en ese mundo que va más allá de un triángulo amoroso. Es una trascendencia de almas que van más allá del horizonte.


El "Viejo Búho". Mundo curioso... Mundo sencillo...

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